Exceso de hombres, mujeres, dinero... y viceversa


¿Qué puede suceder financieramente en una ciudad cuándo hay mayoría de hombres? ¿Y cuándo son minoría? ¿Qué ocurre, a su vez, con las mujeres?
Según un estudio, la economía puede fluctuar considerablemente.


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Investigaciones anteriores habían puesto de manifiesto que los desequilibrios de género estimulan cambios en la dinámica de apareamiento. Ahora, un equipo científico se ha adentrado en otro nivel de cambios: el que resulta de la desproporción de sexos que existe en algunas comunidades, con respecto al comportamiento del consumidor.

Un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Minnesota tomó como muestra dos ciudades distantes 160 kilómetros una de otra, Macon y Columbus, ambas se encuentran en el estado de Georgia (Usa). Estas comunidades tienen posibilidades económicas, sociales y culturales muy similares, pero cuando se trata de finanzas las historias de las dos ciudades son muy diferentes, los habitantes de Columbus tenían, al momento de la investigación, una deuda de 3480 dólares mayor, por persona, que los pobladores de Macon. ¿Qué puede explicar este derroche de dinero por parte de los habitantes de Columbus con respecto a sus vecinos?

La elección de estas dos ciudades no fue al azar por parte de los investigadores, ellos ya sabían que habría un culpable impensado: en Columbus viven 1,20 hombres por cada mujer, mientras que en Macon la situación es exactamente al revés, hay solo 0,76 hombres por cada mujer.


Analizando el problema

Las primeras investigaciones sobre cómo el desequilibrio de géneros influye en los comportamientos comenzaron hace muchos años con estudios en animales, dichos estudios se centraban específicamente en la proporción de machos y hembras en edad reproductiva que viven en comunidad.
A partir de esas investigaciones, han surgido dos conclusiones generales. En primer lugar, son los machos los más afectados por la disponibilidad de pareja que sus contrapares, las hembras. En segundo lugar, el equilibrio entre los sexos influye en la intensidad de la competencia y esfuerzo, tanto en el afán por conseguir pareja, como en el apareamiento. Los estudios en animales muestran que la escasez de hembras, empuja en forma abrumadora a los machos a gastar mayor energía en ambas actividades.

La investigación sobre los desequilibrios de género en los seres humanos ha confirmado resultados similares al de otros mamíferos, revelando además asociaciones entre el apareamiento y el comportamiento en la crianza de los hijos.

Por ejemplo, un exceso de mujeres en una comunidad esta asociada a tasas de menor cantidad de matrimonios, más nacimientos extramatrimoniales y una disminución de la inversión paternal.
Por el contrario, un excedente de hombres revela tendencias totalmente opuestas: aumento en el número de matrimonios, un menor número de nacimientos por fuera del matrimonio y un aumento de la inversión paternal.

Estos patrones de variación demuestran que cuando en una comunidad existe un excedente de hombres, las mujeres ajustan sus deseos típicos de una relación y viceversa. Por ejemplo, en el caso de las mujeres, tener demasiadas rivales puede presionar para suavizar sus exigencias al momento de buscar pareja.


El factor dinero

Mientras que en el apareamiento y la crianza de los hijos, la influencia del desequilibrio de género era más que clara, los científicos vieron que podría tener una consecuencia mucho más sutil.
Las investigaciones afirman que las decisiones económicas y el gasto están estrechamente ligadas con el esfuerzo de apareamiento del hombre. Y a medida que estos esfuerzos se intensifican, también lo hace su impulsividad financiera, sobre todo, asociada al consumo de productos llamativos. Por tanto, los investigadores supusieron que el sexo masculino compite ferozmente cuando existe un exceso de rivales. La necesidad de anunciar su riqueza a través del consumo, se vuelve cada vez más urgente.

Con el fin de develar el impacto de tomas de decisiones financieras con respecto a la proporción de sexos, los investigadores examinaron las simetrías de género en 130 ciudades de Estados Unidos y como esta proporción podrían influir en dos factores: la cantidad de tarjetas de crédito y las deudas de los consumidores.
Los resultados arrojaron que a medida que el porcentaje de hombres en una ciudad aumentó, también los hicieron el número de tarjetas de crédito y la cantidad de deudas de su población. Estos resultados apoyan la tesis de que, a mayor población masculina mayor competencia entre ellos, lo que los lleva a ser financieramente más activos.


Promedialmente, en las ciudades dónde las mujeres eran mayoría, el 24% de los hombres se había excedido con su tarjeta de crédito en el último año, en las ciudades dónde predominaba el sexo masculino, ese número fue del 51%.

¿Qué ocurre con las mujeres?

¿Cómo fueron los comportamientos económicos del sexo femenino en relación a los desequilibrios de género? Los resultados del estudio revelan que las mujeres no cambiaron sus hábitos financieros. Sin embargo, cuando ellas perciben que la competencia entre hombres es mayor, interactúan (directa o indirectamente) para que sus potenciales parejas asuman una mayor inversión de dinero en la relación.