El efecto que la cinta de correr ocasiona en nuestra percepción


Cualquier persona que haya caminado o corrido en una cinta, probablemente haya tenido una experiencia perceptiva extraña después de bajarse de la misma. Por un momento sentimos como que estamos avanzando más rápido de lo que realmente lo hacemos.


cinta correr

Dicha ilusión, que es especialmente llamativa para quienes utilizan por primera vez una cinta de correr, fue documentada científicamente en un artículo de 'Nature' hace 20 años. Desde entonces, los científicos han llegado a comprender mejor lo que está ocurriendo en nuestra visión y cerebro.

Esto tiene que ver con el desajuste en el flujo óptico: la velocidad a la que el mundo visual está pasando (que es cero cuando estamos haciendo ejercicio en una cinta) y la actividad locomotora, ya sea caminar o correr.


Esencialmente el cerebro tiene que realizar una recalibración perceptiva. Por lo general, cuando se camina normalmente, el mundo visual se mueve a un ritmo predecible que depende de nuestra velocidad. Pero en la cinta de correr esta relación se desacopla. En este caso, el cerebro se recalibra y ahora tiende a percibir que para experimentar un flujo óptico igual a cero hay que caminar o correr a cierta velocidad.

Una forma en que esto se puede manifestar es lo que hicieron unos investigadores de la Universidad de Virginia. Solicitaron a un grupo de estudiantes que corran unos 20 segundos en una cinta, posteriormente les vendaron los ojos y les pidieron que corran un par de minutos más. Por último, también con los ojos vendados, los bajaron de la cinta y les solicitaron que corrieran, pero sin moverse del lugar. El resultado fue que corrían hacia adelante sin darse cuenta. Es que la venda les impidió recalibrar de nuevo la nueva realidad y el cerebro siguió actuando como si tuviera que correr para permanecer inmóvil.

El estudio publicado en la revista "Psychonomic Bulletin" también aborda la cuestión de la medida que utiliza el cerebro para calibrar el movimiento con el flujo óptico. Digamos que usted está caminando a 5 kilómetros por hora en la cinta. El cerebro se recalibra, ahora está calculando que este acto de caminar da como resultado un flujo óptico igual a cero. Pero ¿Cómo mide esto el cerebro, por velocidad o por esfuerzo?


Un nuevo estudio

Los investigadores Jonathan Zadra y Dennis Proffitt, probaron esto pidiendo primero a 41 estudiantes que caminaran en el lugar con los ojos vendados durante veinte segundos, esto era para obtener un sentido básico de cuánto se movían hacia adelante involuntariamente con los ojos vendados. A continuación, se quitaron la venda de los ojos y pasaron diez minutos caminando a 5 km/hora en una cinta. La mitad de ellos hizo esto en una caminadora sin inclinación, la otra mitad caminó a la misma velocidad, pero en una cinta con una inclinación de diez grados. Finalmente, se bajaron, volvieron a colocarse la venda y probaron otros 20 segundos marchando en el lugar.

Ambos grupos de estudiantes mostraron una desviación en el flujo óptico después de estar en la cinta en comparación con caminar en el piso, pero los estudiantes que habían estado en la cinta inclinada mostraron significativamente más desvío. Esto sugiere que al recalibrarse los efectos del flujo óptico a cero en una caminadora, nuestro cerebro también tiene en cuenta la cantidad de esfuerzo. Si nuestro cerebro se hubiese basado sólo en la velocidad, entonces los dos grupos deberían haber mostrado la misma cantidad de desvío.

Un segundo estudio descartó la posibilidad de que pudiera haber alguna otra explicación más mecánica, por ejemplo, que el caminar inclinado afecte los músculos y las articulaciones de alguna manera, y esto afecte entonces la recalibración.
Todo el procedimiento se volvió a repetir, pero con los estudiantes llevando gafas de realidad virtual en la cinta de correr, para inducir el flujo óptico artificial (la pantalla mostraba las calles con igual inclinación a medida que caminaban). Ahora los efectos desaparecieron, tanto para los que habían estado en una cinta plana como los que estaban en una caminadora inclinada. Esto confirma que la mayor desviación mostrada por los que caminaron inclinado en el primer experimento, seguramente se deba a una recalibración del flujo óptico, teniendo en cuenta el mayor gasto energético.

La vida cotidiana está llena de efectos como este, que de repente nos empujan a reflexionar sobre el extraordinario trabajo inconsciente que nuestros cerebros hacen para ayudarnos a movernos con seguridad por el mundo físico.


Referencia:
https://link.springer.com/article/10.3758/s13423-016-1017-6



No hay comentarios:

Publicar un comentario